miércoles, 12 de octubre de 2011

LA FILOSOFÍA PRESOCRÁTICA, LA SOFÍSTICA Y SÓCRATES.


 LA FILOSOFÍA PRESOCRÁTICA, LA SOFÍSTICA Y SÓCRATES.
             Se denomina filosofía presocrática a la filosofía griega anterior a Sócrates, maestro de Platón. Fue producida por los filósofos presocráticos entre el siglo VI y V a. C. De estos filósofos, la mayoría de los cuales procedían de las ciudades estado jónicas, aunque algunos tuvieron que emigrar a las colonias fundadas en Italia por los griegos, debido a la conquista de Jonia por los persas, apenas se sabe nada, poco más que la fecha y el lugar de nacimiento. Sus obras se perdieron y sólo conocemos algunas de sus ideas filosóficas gracias a filósofos y escritores posteriores que, conscientes de lo escasas que eran, transcribieron algunos pasajes de las mismas. Convencionalmente se les atribuye haber escrito una obra que llevaba el título genérico de "Sobre la naturaleza", "Peri physeos", razón por la cual Aristóteles les llamó "fisiólogos", contraponiéndolos a los "teólogos", Homero y Hesíodo, que se ocuparon de los mitos de los dioses.
1.-Características comunes de la filosofía presocrática.
a.- Distanciamiento y crítica racional del mito
      Desde Tales, el primer filósofo griego, se observa en los filósofos presocráticos una nítida tendencia a sustituir las explicaciones mitológicas de los fenómenos naturales por explicaciones racionales y causales. Los presocráticos dejaron de invocar la caprichosa voluntad de los dioses como causa explicativa de los fenómenos naturales, explicación que imposibilitaba comprender los fenómenos como regulares, ordenados y sometidos a leyes y buscaron  el o los principios constitutivos de las cosas naturales. Trataron de reducir la multiplicidad fenoménica percibida por los sentidos a la unidad captada por la razón, en el caso de los monistas, a un número reducido de principios, como los dualistas, que los redujeron a dos o a varios, como los pluralistas. Buscaron el ser  permanente oculto tras el aparente cambio y devenir de las cosas físicas.
b.- Naturalismo
      La filosofía presocrática es naturalista. Su objeto de estudio fue la "physis", término que significaba naturaleza y que forma parte de palabras castellanas como física, pero que quizás sería mejor traducir como "ser”, o "esencia". El término "physis" procede del verbo indoeuropeo "fyo", que significa engendrar, por lo que significa aquéllo que engendra, que es anterior a lo engendrado o producido por la physis. De esta acepción procede la  expresión filosófica latina "natura naturans" o naturaleza creadora. Pero también se entiende por naturaleza el conjunto de las cosas engendradas y producidas por la physis, es decir, lo que los latinos llamaron "natura naturata" o naturaleza creada. "Physis" significaba también el elemento permanente del que proceden las cosas naturales sometidas al devenir. Los presocráticos buscaron el o los principios de las cosas naturales, entendiendo por tal término  aquéllo de lo que todas las cosas proceden y al que todas vuelven tras cumplir su ciclo vital, aquéllo de lo que están hechas, es decir, la materia y el principio rector y gobernador de todas las cosas físicas.
 c.-Materialismo
     La filosofía de los presocráticos es materialista, pues todos ellos consideran que el arché o principio constitutivo de las cosas naturales es de naturaleza material. Así, v.g: Tales afirma que dicho principio es el agua, Demócrito que es el átomo etc...Pero los presocráticos no distinguieron aún entre materia y espíritu y concibieron que el principio material constitutivo de todas las cosas estaba animado por una fuerza divina, razón por la que podría calificarse su  filosofía, como hace Cappelletti, como materialismo hilozoista y panteista.  
2.-Criterios para clasificar las filosofías presocráticas.
 El doxógrafo griego Diógenes Laercio clasificó en la antigüedad a los filósofos presocráticos en dos  grupos en función de un criterio geográfico: Jónicos e Italianos.  según hubieran nacido en Jonia o en Italia. Según este criterio, son filósofos jonios: Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito, Anaxágoras y Demócrito y son italianos  Jenófanes, que fue un jonio emigrado a las colonias italianas, Pitágoras, Parménides y Empédocles.
 Otro criterio clasificatorio es el filosófico. Según éste, las filosofías presocráticas se dividen en monistas, dualistas y pluralistas, según afirmen la existencia de uno, dos o varios principios. Son monistas las filosofías de los jonicos: Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito y Jenófanes.. Son dualistas los pitagóricos y pluralistas Empédocles, Anaxágoras y los atomistas: Leucipo y Demócrito.
3.-La filosofía jónica: los milesios y Heráclito
3.a.-Los filósofos de Mileto: Tales, Anaximandro y Anaxímenes
En Mileto, industriosa y rica ciudad jónica, nació a comienzos del siglo VI a de C. la primera escuela filosófica griega. Sus miembros fueron Tales, Anaximandro, discípulo de aquél y Anaxímenes.
 Tales de Mileto (-624- -546)
              Tales de Mileto fue comerciante, marinero, ingeniero y político y ha pasado a la historia como el primer filósofo griego. La originalidad de Tales como filósofo consistió en la tesis de que el arché de todas las cosas de la naturaleza es el agua. Todas las cosas, pues, proceden del agua, están hechas de agua y retornarán al agua tras cumplir su ciclo vital. Tales no apela ya a los dioses para explicar los fenómenos naturales, como hacían los mitólogos, sino a una realidad natural de la que se puede tener experiencia como es el agua.
Anaximandro (-610- -545)
"De entre los que dicen que es uno, moviente e infinito, Anaximandro, hijo de Praxíades, un milesio, sucesor y discípulo de Tales, dijo que el principio y elemento de las cosas existentes era el ápeiron, habiendo sido el primero en introducir este nombre de principio material. Dice que éste no es, ni el agua, ni ninguno de los llamados elementos, sino alguna otra naturaleza ápeiron, de la que nacen los cielos todos y los mundos dentro de ellos. De ellos les viene el nacimiento a las cosas existentes y en ellos se convierten al perecer, "según la Necesidad"; pues se pagan mutuamente pena y retribución por su injusticia, según la disposición del tiempo, describiéndolo así en términos bastante poéticos." (Simplicio, Fis. 24, 13 Sobre Anaximandro) 
 Anaximandro nació también en Mileto y fue discípulo de Tales. Como filósofo de la naturaleza, Anaximandro da un gran paso respecto de su maestro Tales, al afirmar que el arché de la physis no puede ser una materia determinada y concreta como el agua, pues en tal caso, no se podría explicar como se engendra a partir de ella el fuego. Por ello, Anaximandro concluyó  que el  principio  de todas las cosas, el origen del que todas las cosas proceden y al que todas ellas vuelven, que  la materia de la que todas las cosas están hechas, no puede ser algo determinado y llamó al arché de las cosas naturales "ápeiron", término griego que significa, indeterminado, ilimitado, indefinido, infinito. Todas las cosas determinadas, finitas y perecederas de la naturaleza, desde las  plantas, los animales y los hombres hasta las estrellas, proceden  así de una realidad material indeterminada, ilimitada e infinita, eterna, imperecedera. De ella surgen las cosas finitas y determinadas mediante un proceso de diferenciación que genera las entidades individuales y a ella vuelven y en ella se disuelven tras su muerte.
Anaximandro concibe el  nacimiento de las múltiples cosas naturales a partir del  la unidad del apeiron y el regreso de las múltiples cosas al apeiron  como un proceso dinámico y cíclico regido por una ley necesaria  a la que da el nombre de Justicia (Diké). Según él, las cosas, al nacer, diferenciarse y separarse del apeiron, cometen una injusticia y contraen una deuda con él que saldarán al morir y disolverse en al apeiron, momento en el que se restablecerá y brillará de nuevo la Justicia. Anaximandro concibió el universo, la totalidad de las cosas, como un "Kósmos", como un mundo ordenado y regido por la ley natural de la Justicia.
Anaximandró desarrolló también una teoría evolucionista sobre el origen de la vida  según la cual, los primeros seres vivos nacieron en el agua, desde donde se trasladaron a la tierra. El hombre, además, procede de otras especies animales.
Anaxímenes
Nació en el año 590 a.C. y fue discípulo de Tales. Afirmó que el arché de todas las cosas físicas era el aire. La materia prima de todas las cosas es, pues, el aire, realidad concreta y experimentable, como quería Tales, pero sin forma determinada, como mantuvo Anaximandro. Todas las cosas son, en definitiva,  aire. La inmensa variedad y riqueza  de cualidades que revisten las cosas naturales son resultado de procesos físicos de condensación y de rarefacción de la materia originaria. El  aire, al condensarse, se convierte sucesivamente en agua, hielo y tierra. Cuando el aire se rarifica, cuando hay menos unidades de aire por unidad de volumen, se genera el fuego. Agua, tierra y fuego proceden, pues, del principio material eterno e imperecedero que es el aire.
3.b.-Heráclito de Éfeso
"Este Cosmos no lo hizo ningún dios ni ningún hombre, sino que siempre  fue, es y será fuego eterno, que se enciende según medida y se extingue según medida". (Clemente. sobre Heráclito)
Heráclito nació en la ciudad de Éfeso en el año 540 a de C. Heráclito es el filósofo del devenir y de la multiplicidad, frente a Parménides, que subraya la unidad y permanencia del ser. El lema de su filosofía podría resumirse en la frase "todo fluye" (panta rei).
 1.- El arché. Como físico mantuvo que el arché de la physis es el fuego. De él proceden, por él están constituidas y a él retornarán todas las cosas de la naturaleza. El fuego, la materia de la que todas las cosas están hechas, es eterno e imperecedero, a diferencia de las cosas finitas y fugaces que proceden de él y a él retornan.
2.- El logos: la ley del devenir cósmico. Plutarco atribuyó a Heráclito el siguiente aforismo: “Todas las cosas se cambian recíprocamente con el fuego y el fuego, a su vez con todas las cosas, como las mercancías por el oro y el oro por las mercancías”. Heráclito afirmó que el proceso de creación de todas las cosas naturales a partir del fuego y de destrucción de las cosas mediante el fuego no es casual, ni irracional, sino que está regido por una ley necesaria, a la que da el nombre de Logos  o Razón. Pero no sólo los seres individuales nacen del fuego y a él vuelven al consumirse, sino que, tras "el Gran Año", el mundo entero es destruido por el fuego mediante una gran conflagración universal (ekpirosis) para volver a renacer purificado de sus cenizas. Esta concepción de la naturaleza presupone una idea cíclica del devenir, según la cual todas las cosas retornarían eternamente en un tiempo de estructura circular..   
Heráclito compara el devenir universal, al que están sometidas todas las cosas, con las aguas de un río, en las que no podremos bañarnos dos veces, porque ni las aguas, ni nosotros  somos los mismos en diferentes momentos. Cuestiona con ello, la unidad y la identidad de la realidad, tanto de las cosas cuanto del hombre.
3.- El devenir: síntesis de ser y de no-ser. Heráclito concibe el cambio y el devenir de las cosas como producto de la guerra (pólemos), de la lucha, que se libra en el seno de cada una de ellas entre lo que en cada momento cada cosa es y lo que no es todavía. El devenir sería, pues, síntesis del ser y del no ser. Éste, el no ser, es tan real como el ser, afirmación que escandalizó a Aristóteles y de la que discrepó Parménides, para el que sólo el ser es y el no ser no es. Así, para Heráclito, el ser es devenir, síntesis de ser y de no-ser, que libran una guerra permanente en el seno de cada cosa. Por ello, dice Heráclito:"La guerra es el padre de todas las cosas; a unos los muestra como a dioses y a otros como hombres, a unos como esclavos y a otros como libres".
  4.- El conocimiento. Heráclito distinguió dos formas de conocimiento: el sensible y el inteligible, basados respectivamente en los sentidos y la razón. Consideró que los sentidos son falaces y engañadores, porque no nos muestran la verdadera naturaleza de las cosas, que, según el aforismo que  sobre Heráclito transmite Temistio, suele estar oculta, sino la apariencia, lo que las cosas parecen ser. Así, los sentidos engañarían a los hombres que no saben interpretar su lenguaje, mostrándoles una realidad permanente e idéntica a sí misma, mientras que, según Heráclito, todo fluye. Pero Heráclito, a diferencia de Parménides, no descalificó absolutamente la sensibilidad como fuente de conocimiento, sino que la consideró falaz e insuficiente, si los datos de los sentidos se absolutizaban y no se interpretaban a la luz de la razón. Para Heráclito los sabios son los despiertos, los que no separan ni oponen la sensibilidad y la razón, sino los que leen el lenguaje de los sentidos a la luz de la razón. Así, los sabios, que articulan sensibilidad y razón, pueden ver la unidad en la multiplicidad, las partes a la luz del todo y el todo en las partes, el ser en el devenir y el devenir en el ser. Los sabios, despiertos, viven en un mundo común. Para ellos “todas las cosas son unas”    
           Frente a Anaximandro, que mantuvo la culpabilidad de la existencia, Heráclito afirmó la inocencia del devenir: "El tiempo es un niño que retoza jugando a los dados". 
          
   4.-La filosofía italiana: Jenófanes, Pitágoras y Parménides.       
La filosofía, nacida en Mileto,Jonia,  se trasladó hacia las colonias fundadas por los jonios en las costas italianas  debido  a la conquista de las ciudades jonias por los persas. La así llamada Magna Grecia, situada en el sur de Italia, se convirtió de esa forma en la segunda patria de la filosofía griega, cuna de dos grandes escuelas la pitagórica y la eleática.
    4.a Jenófanes de Colofón (580- 475 a. de C.)
    Jenófanes, nacido en la ciudad jonia de Colofón,, tuvo que emigrar de Jonia como consecuencia del avance de los persas. Se ganó la vida como poeta y fue un crítico de la cultura y de la religión politeísta de su época. Jenófanes habría suscrito sin dudar el aforismo de Lichtenberg que dice que:”Dios creó al hombre a su imagen y semejanza significa probablemente que el hombre creó a Dios a la suya”, pues su filosofía criticó el antropocentrismo, el antropocentrismo, el inmoralismo y el politeísmo de la religión griega.
    1.- Crítica del antropomorfismo de la religión olímpica. Jenófanes, en efecto, acusó a la religión politeísta griega de Homero y de Hesiodo de ser antropomórfica, pues atribuía a los dioses las características “humanas, demasiado humanas” de los propios hombres: “Si los bueyes, los caballos o los leones tuvieran manos y fueran capaces de pintar con ellas y de hacer figuras como los hombres, los caballos dibujarían las imágenes de sus dioses semejantes a caballos y los bueyes semejantes a los bueyes y harían su cuerpo tal y como cada uno de ellos tiene el suyo”. En suma, así los hombres, así sus dioses. No son los dioses los que crean a los hombres a su imagen y semejanza, sino a la inversa, son los hombres los que crean a los dioses, atribuyéndoles las cualidades humanas, o como dirá Ludwig Feuerbach en el siglo XIX, proyectando en ellos de forma magnificada y superlativa la esencia humana.
2.- Crítica del etnocentrismo religioso. Jenófanes criticó la religiosidad de su época por etnocéntrica, ya que atribuía a los dioses las cualidades étnicas de los hombres: ”Los etíopes dicen que sus dioses son chatos y negros, los tracios que tienen los ojos azules y el pelo rubio”.
3.- Crítica del inmoralismo de los dioses olímpicos. Anticipándose a la crítica de Platón, dice Jenófanes que la religión politeísta de su época es, además, inmoralista, pues: “Homero y Hesiodo han atribuido a los dioses cuantas cosas constituyen vergüenza y reproche entre los hombres: el robo, el adulterio y el engaño mutuo”.
4.- Defensa del monoteísmo. Frente a este politeísmo, Jenófanes defendió el monoteísmo:”Existe un solo Dios, el mayor entre los dioses y los hombres, no semejante a los mortales ni por su cuerpo ni por su pensamiento” Este Dios, inmóvil, lo movería todo con el pensamiento de su mente.
5.- La tierra: el arché de la physis. Como fisiólogo mantuvo Jenófanes la tesis de que el arché de la physis es la tierra    
4.b.- Pitágoras y los pitagóricos.
    Poco se sabe de la legendaria vida de  Pitágoras. Parece que nació en Samos, ciudad jónica, hacia el año 572 a. C. y tras viajar a Egipto y Mesopotamia, tuvo que emigrar a Crotona, en la Magna Grecia, donde se estableció y fundó la comunidad o secta pitagórica. Según Aristóteles fue discípulo de Jenófanes de Colofón,
    La comunidad pitagórica era simultáneamente una escuela filosófico-científica, donde se cultivaron las matemáticas, la astronomía y la música, una secta religiosa de carácter iniciático y místico y una especie de partido político aristocrático, que propugnaba el ideal de la igualdad geométrica, consistente en distribuir los derechos en base al rendimiento y no a todos por igual, como en la igualdad aritmética o democrática.
    La secta o comunidad pitagórica distinguió dos clases de doctrinas: las exotéricas o divulgables y las esotéricas o secretas, sólo accesibles a los iniciados.
    1.- Entre las doctrinas exotéricas estaban la metempsícosis o doctrina de la transmigración de las almas y la creencia en el parentesco de todos los seres vivos.
    La doctrina  religiosa de la metempsícosis  se basa en la creencia en que, tras la muerte, el alma del hombre, inmortal por ser simple y no poderse descomponer, se separa del cuerpo y se reencarna en otros animales o personas en función de los méritos morales acumulados  durante su vida. Ligada a la metempsícosis estaba la creencia en el parentesco de todos los seres vivos, pues el cuerpo de cualquiera de ellos podía ser la residencia del alma de algún ser humano encarnada en él. A esta creencia unían una serie de preceptos morales relativos al respeto de todas las formas de vida, como los jainistas  de Mahavira en la India y el vegetarianismo.       
  2.- En lo que concierne a su doctrinas esotéricas o secretas, los pitagóricos mantuvieron una concepción dualista, opuesta al monismo jónico. Para éste había un sólo arché o principio material constitutivo de todas las cosas de la naturaleza. Para los pitagóricos, por el contrario, el arché de las cosas físicas es una realidad no tanto material, cuanto formal: el número. Su doctrina es dualista porque, como nos informa Aristóteles acerca de la teoría de Filolao de Crotona, uno de los miembros de la escuela pitagórica, los pitagóricos afirmaban que los números eran la esencia de las cosas, pero creían que los principios de los números eran lo impar y lo par, que ellos identificaban con lo limitado y lo ilimitado respectivamente.
    Para los pitagóricos, pues, el número es la esencia de las cosas físicas y el arché del que todas ellas proceden. Creían que el principio de todas las cosas era lo limitado, que ellos identificaban con lo impar y con la unidad, mientras que Anaximandro afirmaba que el arché de las cosas era el apeiron , lo Ilimitado. A partir de la unidad, mediante la adición de unidades surgían todos los números y, en consecuencia, todas las cosas, ya que creían que las cosas eran números.
    Esta  extraña afirmación pitagórica de que las cosas son números, o de que los números son la esencia de las cosas, se puede comprender si se tiene en cuenta que los pitagóricos tenían una mentalidad aritmogeométrica(Mondolfo), es decir, que no distinguían con precisión la unidad geométrica y la aritmética, pues representaban los números espacialmente mediante figuras geométricas. El punto representaba la unidad, dos puntos definían una recta, tres puntos un triángulo etc... Dividían los números en triangulares, cuadrangulares, oblongos etc..., según se representasen espacialmente mediante triángulos, cuadrados, rectángulos etc... De este modo, para ellos, los números tenían formas geométricas.
    Este supuesto pitagórico de que las cosas son números, fue asumido más tarde por Platón en su obra el "Timeo", al mantener que los cuatro elementos: fuego, aire, agua y tierra tienen una estructura tetraédrica, octaédrica, icosaédrica y exaédrica respectivamente, y luego aceptada por la ciencias moderna a través de Galileo, quien concibió, pitagóricamente, que el libro de la naturaleza estaba escrito en caracteres matemáticos, siendo sus letras los círculos, triángulos etc... Afirmar que las cosas son números significa afirmar que la realidad tiene una estructura racional, que el universo entero es armónico,  inteligible y controlable racionalmente.
    Postularon un universo no geocéntrico. Según ellos, en el centro del universo ardía el Gran Fuego Central, que con sus llamas iluminaba el gran hogar del universo. En torno a él giraban la Tierra, Mercurio, Venus, Saturno, Júpiter, Marte, la Luna y el Sol. Afirmaron que existía un cuerpo celeste al que llamaron al Antitierra, no visible desde la Tierra, cosa que hicieron, según comenta irónicamente Aristóteles en la Metafísica, para que les cuadrasen las cuentas, pues creían que el Universo era perfecto, por lo que debía estar formado por diez cuerpos celestes.
    Creían también en la armonía de las esferas. Los cuerpos celestes, al moverse circularmente, emitían unos sonidos melodiosos que se concertaban produciendo una maravillosa música que sólo podían escuchar los iniciados debidamente purificados   
    La crisis del pitagorismo sobrevino cuando, según cuenta una leyenda, Hippasos de Metaponto, pitagórico heterodoxo, divulgó la existencia del número irracional, corolario del teorema de Pitágoras. Si los lados y la diagonal de un triángulo rectángulo que tenga por lado la unidad son inconmensurables, esto quiere decir que por mucho que los dividamos nunca llegaremos a obtener un número entero con el que poder expresar la relación entre una y otra longitud. Pero si la simple relación geométrica existente entre la hipotenusa y los catetos de un triángulo rectángulo no puede expresarse mediante un número entero y racional, entonces el dogma de  que las cosas son números, se hunde.
Las investigaciones musicales condujeron a los pitagóricos al descubrimiento de que el tono de las notas producido por una cuerda tensa está en función de la longitud de la cuerda. Audazmente proyectaron dicho descubrimiento a la estructura del Universo, concibiendo que los diversos cuerpos celestes que giran alrededor del Fuego Central, al girar circular y eternamente, producían una bella armonía, la música de las esferas, que sólo podían escuchar los iniciados que hubiesen purificado su alma mediante la teoría.                                                                   
4.c.- Parménides y los eleáticos.
     Parménides, fundador de la escuela eleática, nació en Elea, ciudad de la Magna Grecia alrededor del año 540 a. C. Fue contemporáneo de Heráclito, a cuyas doctrinas alude en su poema titulado "Sobre la naturaleza", y fue influido por Jenófanes y por los pitagóricos a través de Aminias.
    En su poema,  distingue Parménides dos vías o caminos de investigación: la vía de la verdad y la vía de la opinión.
  1.-  La vía de la verdad se basa en el principio evidente  que afirma que "lo existente existe y que no se da el no existir, es la vía de la certeza a la que acompaña la verdad", en otros términos, la vía de la verdad se basa en el principio tautológico que afirma que lo que es es y que lo que no-es no es, es decir, en lo que más tarde llamará Aristóteles los primeros principios de la razón: principio de identidad( lo que es es y lo que no es no es), principio de no contradicción( no puede afirmarse simultáneamente que una cosa sea y no sea) y principio de tercio excluso, que afirma que entre lo que es y lo que no es no cabe término medio.
 2.-  La vía de la opinión se basa, por el contrario, en la tesis de que:"...lo existente no existe y que necesariamente se da el no existir". De ella dice Parménides que es :"... una vía totalmente impracticable. En efecto, no puedes conocer ni expresar lo no existente, pues sólo es pensable lo existente". La vía de la opinión es intransitable porque se basa en una contradicción, la que afirma que lo que no-es es, que lo que existe no existe. Por ello, Parménides la excluye como vía del pensar correcto.
3.- Parménides defiende la identidad de ser y pensar. Dice que sólo es pensable y decible lo que es o existe y que lo que no-es, ni se puede decir, ni pensar, pues una misma cosa son el ser y el pensar. Con ello,  afirma la identidad formal  del pensamiento y la realidad. Ser y pensar se basan en los mismos principios( identidad, no contradicción y tercio excluso). Lo que es es idéntico a sí mismo, lo que es, no puede no ser y entre ser y no ser no cabe término medio. Y lo mismo ocurre con el pensamiento. El pensamiento del ser ha de basarse en los principios de identidad, no contradicción y tercio excluido para ser coherente y no contradictorio y para estar en correspondencia con el ser.
4.- Imposibilidad del devenir. Ahora bien, si sólo el ser es pensable y decible y si el no-ser no se puede ni pensar ni decir y si entre el ser y el no-ser no cabe ninguna realidad intermedia, de ello se sigue que el devenir, el cambio, el movimiento son imposibles e irreales, por ser absurdos y contradictorios y, por tanto, tampoco se pueden pensar ni decir. Son irracionales e imposibles, según Parménides, pues el devenir, el cambio de una cosa, implica que lo que cambia es simultáneamente lo que es y lo que no es, pues sólo si no es lo que es, puede llegar a ser algo distinto de lo que ya es aquí y ahora. Además, el movimiento de lo que se mueve presupone que el móvil está y no está simultáneamente en el mismo sitio, lo cual es contradictorio. El devenir, el cambio, el movimiento, pues, son contradictorios y, en consecuencia, imposibles e irreales.
 5.- El método. Partiendo de estos principios evidentes, Parménides recurre al método de demostración  por reducción al absurdo, frecuentemente usado por los abogados griegos de su época  para refutar a sus oponentes, con el fin de deducir las determinaciones del ser. El método parte de suponer la  negación de la tesis que se pretende demostrar para, a continuación, deducir a partir de ella una contradicción. Como las contradicciones son inadmisibles, se niega la negación de la tesis que se pretende demostrar y como en lógica una doble negación equivale a una afirmación, se demuestra la tesis que se quería establecer.
  6.- Atributos del ser. Recurriendo al método de demostración por reducción al absurdo Parménides demuestra que:
    El ser es ingénito, no ha podido nacer, pues si hubiera nacido, entonces habría habido un tiempo en el que no había ser, o en el que existía la nada, el no-ser. Pero esto es contradictorio, pues el no-ser, la nada, no es.  Por tanto, el ser no ha nacido.
     El ser es, además, imperecedero, pues si dejase de ser, sólo podría ser sustituido por el no-ser o la nada, cosa contradictoria e imposible. Por tanto, el ser es imperecedero.
     El ser es, por ello, eterno. Si el ser es ingénito e imperecedero, entonces es eterno, no pudo no ser y no podrá no ser, existiendo en un eterno presente.
    El ser es uno, pues si hubiera más de uno, habría varios, pero como el no-ser no es, como la nada no existe, nada podría separar y distinguir  entre sí los múltiples entes, por lo que no hay múltiples seres.
     El ser es infinito. Si el ser es uno, entonces es todo lo que hay. Si no existe la nada para separar y distinguir a los entes, el ser es continuo e infinito, no hay más que un ser infinito, pues nada, excepto el no-ser, podría delimitarlo y definirlo. Pero el no-ser no es. Por tanto el ser es infinito.
    El ser es corpóreo y esférico. Influido por los pitagóricos, para los que la esfera era la figura geométrica perfecta, porque todos los puntos de su superficie equidistan del centro, Parménides atribuye a su ser la forma de una esfera, pues el ser es completo y no carece de nada, luego es perfecto y si es perfecto, entonces habrá de ser esférico. Con ello, Parménides incurrió en una contradicción, al afirmar simultáneamente que el ser es uno, infinito y esférico, como constató su discípulo Meliso de Samos.
     Por último, el ser es inmóvil e inmutable. Si el ser es, el no-ser no es y no existe término medio entre ser y no-ser, entonces el devenir y el movimiento son contradictorios y, por tanto, imposibles, pues el cambio implica que lo que no era o existía, llega a ser, cosa imposible, pues el no ser no puede ser la causa del ser, ya que de la nada nada sale, o  que lo que es y existe ahora, deja de ser y pasa a no ser, cosa no menos imposible y absurda, pues el no-ser no es. No menos contradictorio es el movimiento o cambio de lugar, que implica que lo que se mueve está y no está simultáneamente en el mismo sitio. Lo que es, el ser, es, pues, inmóvil.
 7.- La paradoja. Parménides llega,  basándose en los principios evidentes de la razón y siguiendo la vía de la verdad, a conclusiones paradójicas, contrarias al sentido común y a las evidencias sensoriales, pues ¿hay acaso algo más evidente que existen múltiples cosas, que, para bien o para mal, están cambiando constantemente, naciendo, creciendo, moviéndose, madurando, envejeciendo, enfermando y muriéndose? ¿Cómo puede decir Parménides algo tan antiintuitivo como que sólo hay un ser, que además es inmóvil? Obstinado en su defensa de los principios de la razón, y de la vía de la verdad, Parménides descalifica la vía de la opinión, basada en el principio de que lo que no-es es y de que lo que  es no es, es decir,  rechaza la tesis  de Anaximandro, que  afirma que la physis está sometida a un proceso permanente de cambio y de devenir, niega la tesis heraclítea del "panta rei",  y rechaza también la tesis pitagórica de que el vacío separa y distingue unas unidades de otras. Todas estas filosofías, que Parménides conoció en su juventud, le parecen ahora meras opiniones subjetivas sin fundamento racional, basadas meramente en el falaz testimonio de los sentidos.
  8.-El conocimiento. Parménides opone los sentidos y el conocimiento sensible a la razón. Considera que el primero es falaz y engañador, mostrándonos sólo lo que las cosas parecen ser, las apariencias de las cosas, pero no lo que es en verdad. Nos hacen creer que lo que es es ímúltiple y está sometido al devenir y al cambio, mientras que la severa y fría  razón nos persuade de que el ser es uno e inmóvil, desvelando  las apariencias y penetrando en el corazón de la verdad bien redonda. El conocimiento sensible es la base de la vía de la opinión. Proporciona conocimientos cambiantes, subjetivos, relativos, mientras que la razón nos conduce por la vía de la verdad, generando conocimientos incontrovertibles, necesarios y universalmente válidos.            
             Zenón de Elea, discípulo de Parménides, construyó una serie de ingeniosos argumentos para demostrar las tesis de su maestro Parménides, según las cuales el ser es uno e inmóvil, razón por la cual la multiplicidad, el devenir y el movimiento, aunque parezcan reales a la luz de las evidencias sensoriales, son contradictorios y, por tanto, irreales, meras apariencias producidas por la creencia ingenua en los testimonios de los sentidos.
             Contra la multiplicidad Zenón imaginó dos argumentos: el del tamaño y el del número. Contra el movimiento creó el argumento del estadio, el de la flecha y el de Aquiles y la tortuga.  El más célebre de los argumentos contra el movimiento es el de Aquiles y la tortuga. Éste sostiene que el veloz Aquiles no podría alcanzar a la lenta tortuga, si Aquiles, confiando en su mayor rapidez, concediera a la tortuga cierta ventaja, pues mientras Aquiles recorriese la distancia que ha dejado a la tortuga de ventaja, ésta ya habría recorrido  un nuevo espacio, distancia que tendría que recorrer Aquiles a su vez. Pero mientras tanto, la tortuga habría recorrido aún una pequeña distancia, distancia que debería recorrer de nuevo Aquiles y así sucesivamente hasta el infinito. Luego, a pesar de que, confiando en la experiencia y en el testimonio de nuestros sentidos, nosotros apostaríamos por Aquiles, la razón nos asegura que perderíamos la apuesta. Las paradojas de Zenón se basan en la infinita divisibilidad del espacio, sin suponer, simultáneamente, la infinita divisibilidad del tiempo.
5.- Las filosofías pluralistas: Empédocles, Anaxágoras y los atomistas.
      5.a.- Empédocles de Akragas
              Empédocles, nacido en Ácragas, Sicilia, es un filósofo italiano nacido hacia el año 492 a.C. Político demócrata, médico y mago, acabó sus días, según la leyenda, arrojándose al cráter del Etna para demostrar su pretendida divinidad.
             Empédocles escribió dos libros: "Las purificaciones" y "Sobre la naturaleza". En el primero, influido por las creencias exotéricas de los pitagóricos, sostiene la doctrina de la metempsícosis. En el segundo, "Sobre la naturaleza" se observa la influencia de la filosofía jónica, la pitagórica  y la parmenídea.
             Como el resto de los pluralistas, Empédocles tratará de explicar las evidencias sensoriales: el devenir y la multiplicidad, partiendo de las incuestionables evidencias racionales fijadas por Parménides, según las cuales el ser es eterno e inmutable. 
 1.- Materialismo pluralista. Empédocles propone cuatro elementos o principios materiales para explicar la multiplicidad y  las diferencias cualitativas que pueden observarse en los distintos seres naturales, pues si todo procediera del agua, del fuego, del aire o de la tierra, como querían los monistas jónicos, sería imposible explicar las diferencias entre las múltiples cosas físicas. Todas las cosas están compuestas, pues, de cuatro elementos: agua, tierra, aire y fuego. Las diferencias cualitativas que se observan entre ellas, dependen, como querían los pitagóricos, de la proporción de cada uno de ellos en cada cosa.
    El devenir, el nacimiento y la muerte, así como los distintos cambios que padecen las cosas naturales, son explicados por Empédocles recurriendo a dos fuerzas cósmicas que ponen en movimiento la materia del Cosmos, produciendo la combinación y la separación de los cuatro elementos: el Amor y el Odio. El Amor es la causa eficiente, la causa productora de la combinación de los  cuatro elementos y que explica la generación de las cosas naturales. El Odio es el causante de la separación y de la muerte. Amor y odio no son fuerzas distintas de los cuatro elementos, ni anteriores a ellos, ni ejercen su acción desde fuera de ellos, son coetáneos de ellos e inherentes a ellos.           
 2.-El devenir cíclico del Cosmos. La actuación de las fuerzas cósmicas eternas que son el Amor y el Odio determina no sólo la creación y la destrucción de las cosas particulares, sino la creación y destrucción sucesivas y cíclicas del Universo en su conjunto.
3.- Evolucionismo. Como otros presocráticos, Empédocles concibió una teoría evolucionista de la vida bastante similar a la moderna teoría sintética de la evolución. Según Empédocles, movidos por el Amor y el Odio los cuatro elementos se combinaron y produjeron al azar una serie de seres vivos. De éstos, sólo sobrevivieron y se reprodujeron los que casualmente estaban constituidos de tal modo que pudieron adaptarse a las condiciones medioambientales. De este modo, surgieron las especies animales y la humana.
5.b.- Anaxágoras de Clazomene
         Anaxágoras nació en la ciudad jónica de Clazomene hacia el año 500 a.C. Introdujo la filosofía natural en Atenas y fue amigo de Pericles. Su amistad con él, así como sus teorías naturalistas, contrarias a la piedad popular ateniense, como la que decía que el sol no era un dios, sino una piedra al rojo vivo, le valieron una acusación por impiedad y la condena al ostracismo.
    Influido por la filosofía natural jonia, por la eleática, la pitagórica y por Empédocles, Anaxágoras propone dos principios para explicar la multiplicidad y el devenir: la materia y la Inteligencia(Nous).
 1.- El materialismo de las homeomerías. Las cosas naturales están constituida por pequeñas partículas materiales y  extensas a las que Anaxágoras da el nombre de homeomerías que, a diferencia de los átomos de Demócrito, son infinitamente divisibles. Aunque infinitamente divisibles desde el punto de vista cuantitativo, las homeomerías no son infinitamente divisibles desde el punto de vista cualitativo, pues, en cuanto dotadas de cualidades, las homeomerías no se pueden dividir. Las homeomerías son muy pequeñas y, por tanto, son imperceptibles. Son infinitas por su número y se combinan unas con otras formando moléculas. Como el ser de Parménides y los cuatro elementos de Empédocles, las homeomerías son eternas e inmutables.
    La combinación y la separación de las homeomerías es la causa del devenir de las cosas naturales. La multiplicidad  de cosas existentes y las diferencias cualitativas observables entre ellas son el resultado de la peculiar combinación de las homeomerías que las constituyen.
    Como para los pitagóricos y para Empédocles, la proporción de las distintas homeomerías que componen cada cosa es lo que las distingue a unas de otras, pues en cada cosa están presentes porciones de todas las demás. Así, v.g: en el pan que comemos, deben existir partículas de hueso, de carne, de sangre, de pelo, pues al digerirlo, el pan se transforma en esas otras cosas distintas.
  2.-  El Nous: la causa del devenir  El principio activo que mueve las homeomerías es la Inteligencia( Nous). Anaxágoras lo concibe como una fuerza  que ordena y mueve la materia, razón por la cual es todavía material y no espiritual, aunque el Nous es de una materia más sutil y pura. Está además adornada con las cualidades de conocer todas las cosas, de ordenarlas y de gobernarlas.
3.- Del caos al cosmos. Anaxágoras proporciona una explicación del origen del Cosmos bastante similar a la de Anaximandro. Éste concebía al Universo como surgiendo por diferenciación de la unidad originaria y eterna del apeiron, al que después retornaban todas las cosas nacidas. Anaxágoras habla de una masa material indiferenciada, amorfa y caótica, compuesta por las homeomerías, a la que da el nombre de migma. Éste es puesto en movimiento por la acción del Nous, que produce en él un movimiento de rotación  que hace separarse a los opuestos produciendo así el Universo que conocemos.
 4.- ¿Mecanicismo o finalismo? La filosofía de Anaxágoras en general y el Nous en particular han sido interpretados por los filósofos griegos posteriores de dos formas. Bien como una filosofía mecanicista, que concebiría al Nous como la  causa eficiente  del movimiento de la materia que inicia el proceso de la separación de los opuestos del que emerge el orden cósmico o bien como una filosofía teleológica o finalista, que concibe al Nous o la Inteligencia como la fuerza que organiza con arreglo a un plan la materia del Universo para hacer de él un Cosmos.  Platón, en El Fedón, hace decir a Sócrates que en su juventud fue partidario de la filosofía de Anaxágoras porque creía que éste entendía el Nous como la causa final del Universo, pero que después comprendió que el de Clazomene sólo concebía el Nous como la causa eficiente y mecánica de la combinación de la materia del mundo    
5.c.- Demócrito de Abdera
    Demócrito nació en el año 460 a. C. en la ciudad de Abdera. Como el resto de los pluralistas, intentó conciliar sensibilidad y razón, evidencias sensoriales y racionales, para explicar los fenómenos naturales de la multiplicidad y el devenir. Para ello, propuso dos principios: los átomos y el vacio, es decir, el ser y el no-ser respectivamente.
"Epicuro admite un triple movimiento de los átomos en el vacío. El primero es la caida en línea recta; el segundo se produce porque el átomo se desvía de la línea recta, y el tercero se debe al rechazo de los numerosos átomos. Al admitir el primero y tercer movimiento Epicuro está de acuerdo con Demócrito; los diferencia la desviación del átomo de su línea recta". (Marx. Diferencia de la filosofía de la naturaleza en Demócrito y en Epicuro.)
   Influido por Parménides, Demócrito atribuye a los átomos las propiedades que éste asignó al ser, eternidad, inmutabilidad, autoidentidad. Sin embargo, disiente de él al afirmar que no sólo el ser es, sino que también  el no-ser es, aunque interpreta el no-ser como espacio vacío en el que se mueven desde siempre los átomos.

1.-Ontología materialista. Los átomos son pequeñas partículas materiales indivisibles, impenetrables, microscópicas y, por tanto, imperceptibles sensorialmente. Se diferencian unos de otros por sus tamaños y por sus formas (los hay redondos, poliédricos y de todas las formas, lo que permite que se unan unos con otros para formar moléculas). A estas cualidades atómicas añade Demócrito las propiedades estructurales de la posición y el orden de los átomos en las “moléculas”
     Demócrito explica así las cualidades de las cosas macroscópicas de la naturaleza mediante las propiedades geométricas y estructurales de los átomos, como  el tamaño, la forma y la posición y el orden de los átomos. Valiéndose de una metáfora de gran futuro, Aristóteles  explica en la Metafísica el papel que Demócrito atribuía a estas dos nociones en su sistema atomista. Si la realidad fuera  un lenguaje, las cosas serían palabras y los átomos serían las letras. Así, pues, hay átomos que se diferencian entre sí por su forma, análogamente a lo que ocurre con las letras A y P. Ahora bien, la N y la Z, que tienen la misma forma, son letras diferentes porque su posición en el espacio es distinta y ello determina cambios en el significado de las palabras que contienen esas letras, como v.g: "Zona" y  "Nona". Análogamente ocurre con la posición de los átomos en la molécula. Incluso átomos de la misma forma, dispuestos espacialmente de forma distinta en las moléculas determinarían cualidades físicas distintas en las cosas.
    Lo mismo ocurre con el orden. El orden en el que están colocados los átomos determina también diferencias cualitativas en cosas constituidas por los mismos átomos, análogamente a como el orden de las letras en la palabra determina el significado de éstas, como v.g. "amor" y "roma".
    Las diferencias cualitativas perceptibles entre las cosas las explica el atomismo, pues, por las  cualidades geométricas diferentes de los infinitos átomos que se mueven en el espacio vacío. La multiplicidad de cosas que existen en la naturaleza, porque existe el no-ser, entendido como espacio vacío, que introduce la discontinuidad y la separación entre los átomos y entre las cosas constituidas por ellos. El devenir, el cambio, son productos mecánicos de la combinación y separación de los átomos en el espacio vacío. Nacimiento y muerte son fenómenos aparentes que se producen en el dominio macroscópico, en realidad, pero el ser, los átomos, ni nacen, ni perecen, son eternos y adoptan distintas combinaciones en el espacio en el curso del tiempo. La materia del Cosmos, en definitiva, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Lo que es, los átomos, es desde siempre y para siempre, de donde se deduce que de la nada, del no ser, no puede nacer nada. 
 2.- Eternidad del movimiento. Frente a Empédocles y a Anaxágoras, que postularon una causa eficiente para explicar el movimiento de la materia inerte, Demócrito considera que el movimiento es inherente a la materia. Los átomos se mueven en el espacio vacío desde siempre y se comunican los unos a los otros el movimiento mediante el choque mecánico.
 3.- Determinismo. Demócrito desarrolla una concepción mecanicista y determinista de la naturaleza según la cual:"Todas las cosas suceden por necesidad, porque la causa del nacimiento de todo es el remolino que él llama necesidad." Todo lo que ocurre, ocurre necesariamente como efecto de causas previas. A Demócrito se le atribuye la formulación de la ley de causalidad, según la cual todo tiene una causa. Esta concepción mecanicista y determinista de la naturaleza difiere de la concepción teleológica de Platón y Aristóteles para la cual la naturaleza no es efecto del azar y de la causalidad, sino resultado de la realización de un plan diseñado por un ser inteligente que organiza los medios necesarios para la consecución de un fin.
4.- Antropología materialista. Demócrito tiene una concepción materialista del hombre. El ser humano, como el resto de los animales, se originó a partir del limo. El cuerpo humano está constituido por átomos. Su alma, principio de la vida y del movimiento, también, aunque los átomos del alma son sumamente móviles, ligeros y esféricos, como los del fuego. Pero el alma es tan mortal como el cuerpo, por ello, es insensato creer que en otra vida pueda uno ser premiado o castigado por sus acciones terrenales.
5.- Teoría del conocimiento materialista. Demócrito tiene también una teoría materialista del conocimiento. Para él, todo conocimiento comienza por la sensación y ésta se produce cuando entran en contacto los órganos sensoriales y las cosas materiales. Pero aunque todo conocimiento comienza con la sensación, no todo conocimiento es sensible. Además del  sensible existe el conocimiento intelectual. El primero es confuso, oscuro y no nos permite acceder al ser verdadero de las cosas. El segundo es genuino y nos permite conocer la verdad de las cosas. El conocimiento sensible nos pone en contacto con las apariencias fenoménicas de las cosas. Nos hace conocer sus colores, sus olores, sus sabores, su temperatura etc, cualidades que los filósofos modernos llamarán subjetivas o secundarias El conocimiento intelectual trasciende las apariencias fenoménicas y nos hace conocer la verdad de las cosas,(sus cualidades objetivas y primarias)  su estructura atómica, inaccesible a los sentidos. El conocimiento sensible, relativo a las apariencias,  produce meras opiniones subjetivas. El conocimiento inteligible nos permite acceder al corazón de la realidad, nos hace conocer su esencia: los átomos y el vacío.
 6.- La Ilustración griega: sofistas y Sócrates
     El siglo V a. C. está  marcado por dos grandes guerras: las guerras médicas y las guerras del Peloponeso y por un conjunto de transformaciones sociales y culturales que condujeron al desarrollo de las poleis democráticas. Este contexto sociocultural dinámico fue el escenario en el que se desarrolló el pensamiento de los sofistas.
6.a.- Los sofistas
    El término "sofista" procede del término "sophos", que significaba originariamente  persona hábil y diestra en una actividad. En los siglos V y IV a. C. comenzó a utilizarse para designar a un conjunto de personas, expertas en una serie de técnicas y conocimientos, como retórica, gramática, derecho comparado, filosofía, que se ganaban la vida enseñando estos conocimientos  a los hijos de las familias nobles y pudientes de las poleis griegas a cambio de dinero, hecho que suscitó la animadversión de aristócratas como Platón, que no necesitaban ganarse la vida vendiendo sus servicios, por su posición social privilegiada. Las críticas de Platón y de los sectores conservadores de la sociedad griega a los sofistas consiguió que la palabra sofista adoptase el matiz peyorativo que aún conserva en la actualidad.
     Con su actividad docente, los sofistas satisfacían la necesidad que tenían ciertos sectores sociales de recibir una formación cultural, cívica y política, que les capacitase para poder tomar parte activa en la gestión de los asuntos públicos en las ciudades democráticas, pues la formación  cultural de los ciudadanos estaba librada en la Grecia clásica a la familia, donde, en el mejor de los casos, los niños aprendían a leer con la Ilíada y la Odisea de Homero, a sumar, restar y multiplicar, y se ejercitaban en la música y en la gimnasia, corriendo sólo a cargo del Estado la formación bélica de los ciudadanos, por lo que  dicha educación era manifiestamente insuficiente para poder destacar en el ágora, donde los ciudadanos con aspiraciones políticas, debían desplegar sus habilidades retóricas y dialécticas para persuadir a sus conciudadanos  y convencerles de la rectitud de sus opiniones y propuestas políticas.
     Imbuidos de un espíritu cosmopolita el talante y el pensamiento de los sofistas era eminentemente racionalista, desmitificador y crítico de la cultura tradicional, de las costumbres, formas de vida, instituciones y de las creencias religiosas y políticas dominantes. Por ello, han sido comparados con los ilustrados europeos del siglo XVIII, quienes también criticaron a las instituciones dominantes de su época: la Iglesia, la aristocracia y el Estado absolutista.
    Inspirados en el espíritu racionalista y crítico de la filosofía natural desarrollada en Grecia a lo largo del siglo VI a.C., los sofistas prosiguieron y profundizaron la crítica de las formas de explicación y de legitimación mitológicas de la realidad natural y de las instituciones sociales y políticas dominantes en la sociedad griega arcaica. Conocedores de la variedad de las creencias religiosas existentes en las diferentes culturas, adoptaron teorías agnósticas y relativistas de la religión. Así, v.g: Pródico de Ceos mantuvo una teoría  naturalista de la religión, según la cual los hombres deificaron en los primeros tiempos de la humanidad  las fuerzas naturales de las que dependían sus vidas: el sol, la luna, el océano, los ríos etc..., para deificar, en un segundo momento, a los benefactores de la humanidad  e inventores de técnicas útiles como Ceres, Hefaistos, Prometeo etc... Critias,  oligarca y tío de Platón, mantuvo la teoría de que los dioses son producto de la invención de astutos políticos que pensaron que los ciudadanos obedecerían más las leyes de la polis, si se les hiciese creer en la existencia de dioses que todo lo ven y lo oyen y que castigan en el más allá a los transgresores de la ley. La religión sería, pues, un instrumento de dominio y de control político de los hombres al servicio de los poderosos.  Protágoras, por su parte, defendió el agnosticismo religioso.     
     Viajeros y conocedores de muchas culturas, costumbres y leyes, fueron muy conscientes del carácter convencional y arbitrario de las  leyes, distintas en las diferentes ciudades estado. Por otra parte, su conocimiento de la historia constitucional de las diferentes poleis griegas, les condujo a criticar la pretensión de los tradicionalistas de encontrar un origen divino para las tradiciones, las instituciones y las leyes y a mantener el carácter convencional de las leyes.               
    Los sofistas protagonizaron el llamado "giro antropológico de la filosofía," que condujo a la filosofía griega del siglo V a.C.  de la physis a la polis, de la especulación sobre la naturaleza que practicaron los presocráticos, a la reflexión sobre la polis, sus instituciones, leyes y costumbres. Los sofistas tematizaron y contribuyeron a perfilar la antinomia entre "physis" y “nomos", términos traducidos habitualmente como "naturaleza" y "ley" respectivamente, o más específicamente como "ley natural" y "ley positiva".
    Por "physis" o naturaleza entendían lo que se hace por sí mismo, es decir, lo que no es artificial o producido por el hombre. Los sofistas asumían que hay cosas naturales, entre ellas el hombre, producidas por la naturaleza y, por tanto, naturales y dotadas de una naturaleza o esencia que las hacía ser de un modo determinado y comportarse también de un modo específico y cosas artificiales. Consideraban que en la naturaleza de las cosas, en el ser y en la esencia de las cosas radicaban las leyes naturales, manifiestas en el orden, unidad, permanencia y la regularidad de los fenómenos naturales.
    Antifon: la antinomia physis/nomos. Sofistas como Antifón creían  que esas leyes naturales se caracterizaban por los siguientes rasgos:
    Son universalmente válidas, obligatorias y vinculantes para todos los seres humanos, independientemente del momento histórico  en el que vivan o de la cultura a la que pertenezcan.
    Son necesarias e ineludibles para los hombres, de modo que sus transgresores encuentran su castigo en la transgresión. Así, v.g:, quien no cede a la inclinación natural a beber agua, muere deshidratado.
    Son eternas e inmutables, como supuestamente lo son las trayectorias de los planetas.
   No son convencionales. No han sido instituidas por los hombres mediante convenciones y acuerdos. Su poder  no se basa en la opinión, sino en la verdadera naturaleza de las cosas.  
    Por "Nomos" entendían  los sofistas generalmente costumbre o ley, asumiendo que las leyes o "nomoi", eran de origen convencional, radicando su valor, como el del dinero("nómisma") en el acuerdo establecido convencionalmente por la comunidad. En otro sentido, "nomos" significaba también "doxa" u opinión, pero no una opinión  individual cualquiera, sino la opinión estable compartida por la comunidad, la opinión pública. Antifón  atribuía a estas leyes, más tarde llamadas positivas, las siguientes características:
     No son universalmente  válidas, sino vinculantes tan sólo para los hombres y las  mujeres pertenecientes a las culturas que las han establecido convencionalmente.
     No son necesarias,  por ser convencionales. La diferencia entre las leyes naturales y las convencionales, decía Antifón, estriba en que el transgresor de una ley natural encuentra su castigo en la misma transgresión. Así le ocurre v.g: a quien intenta transgredir la ley de la gravedad lanzándose al vacío y esperando poder volar con la ayuda de sus manos desnudas, mientras que el que se salta una ley convencional, sustrayéndose a la obligación que le impone, no le ocurre nada si no es descubierto por los guardianes de la ley.
    No son eternas, ni inmutables, pues pueden ser cambiadas por los hombres cuando ya no sean útiles. Por ello, cambian de una sociedad a otra y de una época histórica a otra. 
    Son convencionales y artificiales, es decir, no naturales, hechas por los hombres para regular su convivencia en la polis. Se basan, por ello, en la opinión no en la verdad.
     A estas características añadía Antifon que entre las leyes naturales y las positivas existe una contradicción, pues seguir las leyes naturales es para los hombres fuente de placer, mientras que obedecer las leyes positivas del Estado es fuente de dolor, de frustración y de renuncia al placer. Por eso recomendaban comportarse ante testigos con arreglo a las leyes positivas y conducirse con arreglo a las leyes naturales cuando uno no fuese vigilado ni controlado por los demás.      
    Esta oposición fue utilizada por los sofistas y después por todos los filósofos naturalistas como un instrumento de crítica  de las ideologías legitimadoras y justificadoras del orden establecido, al que se acusaba de antinatural o como instrumento de legitimación ideológica del orden vigente, al que, en cualquier caso, puede presentarse como eterno e inmodificable por estar basado en el orden natural de las cosas.
    Con este par de conceptos, los sofistas  anticiparon el dilema  entre naturaleza y cultura, genes y memes, con el que las ciencias humanas de nuestros días siguen pensando actualmente en la condición  humana
    Es frecuente distinguir una primera y una segunda sofística. A la primera pertenecieron hombres como Protágoras, Gorgias , Hipias y Pródico y a la segunda personas como Calicles, Trasímaco, Critias y Antifon. Los primeros sofistas se integraron bien en la cultura política democrática de Atenas, los segundos vivieron ya en una época de decadencia, desmoralización y desintegración de la polis, y predicaron un individualismo anarquizante y disolvente que anteponía los intereses particulares a los generales de la polis.
    Protágoras( 486-410 a.C.)nació en Abdera, pero se instaló en Atenas. Su amistad con Pericles y lo impío de algunas de sus ideas, le valieron la condena al ostracismo. Sus obras "Sobre los dioses", "Antilogías", "Sobre la verdad" se perdieron, sin embargo conocemos algunas de sus teorías gracias a autores que, como Platón y Aristóteles, no simpatizaban con ellas. Su filosofía puede caracterizarse como materialista, fenomenista y relativista.
     1.-Ontología materialista. La teoría del ser de Protágoras se basaba en la teoría heraclitiana del "panta rei". Según dicha teoría, todas las cosas naturales, inclusive el hombre, son materiales y están sometidas a un cambio permanente. Protágoras negó explícitamente la unidad parmenídea del ser.
     2.- Epistemología
         a.- Fenomenismo, Protágoras mantuvo la teoría, según Platón, de que conocemos las cosas fluyentes a través de los sentidos. Por ello, sólo podemos conocer los fenómenos, es decir, las cosas tal y como aparecen ante nuestros sentidos, pero no el ser, la naturaleza o la esencia de las cosas, supuestamente existente más allá  o por debajo de las apariencias fenoménicas de las mismas: “Sólo hay, pues, sensación de lo que es y sensación verídica que constituye ciencia” Platón. Teeteto y “…Él afirma que la sensación es ciencia y que la misma apariencia es justamente la realidad”. Ibidem. 
    b.-El Escepticismo de Protágoras se derivaba de su fenomenismo. Si no podemos conocer otra cosa que las apariencias fenoménicas, las sombras de la caverna platónica, entonces la esencia o la verdadera naturaleza de las cosas es inaccesible para nosotros. Sócrates dice en el Teeteto que “Yo creo que la tesis de Protágoras es esta: que lo que a cada uno le parece, así es  realmente tal como se lo parece” Platón. Teeteto
    c.-Agnosticismo religioso. En consonancia con su escepticismo, Protágoras afirmó que no podemos conocer la naturaleza de los dioses. Ni si existen, ni qué formas tienen, ni qué quieren de nosotros. “Sobre los dioses, no puedo saber si existen o no, ni qúe forma tienen, ni si quieren o no albo de los humanos, porque el asunto es oscuro y la vida humana breve”.”Por ello, el hombre ha de convertirse en el único Dios para el hombre y darse a sí mismo sus normas y leyes. El agnosticismo de Protágoras es coherente con su negación del mundo de las esencias, del mundo verdadero, y con su propuesta de una moral autónoma, según la cual el hombre ha de autodeterminarse, dándose a sí mismo las leyes que obedecerá.
    d.-Relativismo. Protágoras parece que mantuvo  que no hay verdades absolutas, universalmente válidas y necesarias, eternas e inmutables, sino que el conocimiento es relativo al sujeto que percibe el mundo, por lo que depende de factores como la edad, no percibe la realidad de la misma forma el niño que el viejo, la salud, lo que hace que el sano perciba la realidad de modo diferente al enfermo, el sexo, la realidad parece distinta a  los hombres y a las mujeres, la clase social a la que pertenezcan las personas, el poder que tengan etc…
    En el Teeteto, Platón expone dos versiones del relativismo protagórico: la individualista y la social:
     1.- El relativismo individualista asume que la verdad es relativa al sujeto humano individual: “Como decía Protágoras afirmando que el hombre es la medida de todas las cosas; por tanto, como a mí me parecen las cosas, así son para mí y como a ti te parecen las cosas así son para ti, pues tu eres hombre y yo también lo soy” Plato. Teeteto. Según esta tesis, no habría verdades universalmente válidas basadas en la universalidad de la razón humana, sino sólo opiniones subjetivas verdaderas para los sujetos que las enunciasen, en la medida en que mediante ella expresasen su perspectiva sensorial de la realidad, lo que a ellos les parece que son las cosas, la apariencia de las cosas que perciben. Cornelius Castoriadis interpreta este relativismo de Protágoras como legitimación filosófica de la democracia ateniense.   
    2.- El relativismo social entendería el término "hombre" como el hombre social, es decir, sería la sociedad, cada sociedad la creadora de los valores y de la cultura:
"Esta doctrina se resuelve en estas palabras: sobre lo justo y lo injusto, lo santo y lo no santo, estoy dispuesto a sostener con toda firmeza que, por naturaleza, no hay nada que lo sea esencialmente, sino que es el parecer de la colectividad el que se hace verdadero cuando se formula y todo el tiempo que dura ese parecer". Platón. Teeteto
     En esta versión de la teoría del Homo mensura, Protágoras mantiene, pues, que no hay verdades, ni principios, ni valores universalmente válidos para todo el género humano, sino que los valores son relativos a y verdaderos para la sociedades que los crean y establecen convencionalmente. Esto es así porque para Protágoras no hay naturaleza o esencia de las cosas,  ya que el mundo verdadero platónico es una mera ficción, una mera mentira útil al que nadie puede acceder. Por tanto, es el grupo social el que determina y fija los valores, decidiendo qué es bueno y qué es malo, qué es justo y qué injusto y el que impone dichos valores a sus miembros mediante el proceso de socialización. Esta tesis protagórica mantiene la autonomía del ser humano, al que se concibe como el auténtico creador de su cultura, sus instituciones y sus valores e impide que el hombre se enajene de sus propias creaciones considerándolas sagradas, intangibles y dignas de adoración.
    Tanto en su versión individualista como en la social, se asume, que ninguna opinión puede trascender su condición perspectivística para convertirse en verdad universalmente válida, necesaria y absoluta, ni siquiera, por supuesto la tesis relativista, que, si quiere ser coherente consigo misma,  habrá de aceptar su carácter de tesis relativa. La consecuencia antidogmática de dicha tesis es que nadie está legitimado para elevar sus opiniones por encima de las demás alegando haber podido sustraerse al oscuro mundo de la caverna y haber conocido así el ser verdadero, como pretendía Platón, por lo que nadie puede ni debe pretender imponer a los demás la verdad, es decir,”su” verdad.    
    e.- Convencionalismo lingúístico. El hombre es tambien medida del lenguaje, según Protágoras, quien consideró que las palabras del lenguaje significan las cosas convencionalmente y no por naturaleza. Esta es la tesis que defiende Hermógenes, representante de Protágoras en el diálogo platónico titulado Cratilo, frente a Cratilo, que sostiene que las significan por naturaleza. El carácter convencional del lenguaje presupone la heterogeneidad del lenguaje, del logos y de la realidad, del ser. naturaleza   
    3.- La areté politiké se puede enseñar y aprender. Protágoras se presentaba ante sus discípulos como un maestro de virtud política. Esto presupone asumir que la virtud se puede enseñar y se puede aprender, tesis que mantuvo Protágoras frente a la opinión aristocrática sostenida por el poeta Píndaro, quien era de la opinión de que la areté era patrimonio hereditario de los nobles al que no podían aspirar los que carecían de noble cuna. Protágoras considerará que la misión del sabio es formar a los ciudadanos en las opiniones que sean beneficiosas para la sociedad, descartando las perjudiciales, ya que no se puede distinguir entre las opiniones falsas y verdaderas. 
    Gorgias(485- 380a.C.)
    Gorgias nació en Leontini, Sicilia. Visitó Atenas en el 427 a.C. como delegado de su ciudad natal, que quería lograr la ayuda de Atenas y dejó deslumbrados a los atenienses por la brillantez de sus discursos.
    A diferencia de Protágoras, que se consideraba maestro de virtud, Gorgias fue sólo maestro de retórica. Sólo pretendía enseñar el arte de la persuasión. Fue plenamente consciente del poder del lenguaje para definir la realidad y para mover los ánimos de las personas en un sentido o en otro. En su pieza retórica "Elogio de Helena" alaba así a la palabra:"La palabra es un poderoso soberano, que con un pequeñísimo y muy invisible cuerpo realiza empresas absolutamente divinas. En efecto, puede eliminar el temor, suprimir la tristeza, infundir alegría, aumentar la compasión"
    En su obra  titulada "Acerca de lo no-existente o sobre la naturaleza" mantuvo sus célebres tesis:"Nada existe, si algo existiera, no podríamos conocerlo y si pudiéramos conocerlo, no podríamos comunicarlo a los demás.
   1.- El conocimiento: fenomenismo y escepticismo En ella se opuso al dogmatismo de filósofos como Parménides, refutando sus tesis mediante razonamientos por reducción al absurdo y mantuvo la tesis que niega la existencia de un ser, naturaleza o esencia de las cosas, que exista en sí mismo e independientemente de todo aparecer. Reduce, pues el ser a su aparecer ante los sujetos, a mera apariencia, manteniendo una postura fenomenista.  
    Asume una postura escéptica respecto al conocimiento del ser. Si éste existiera, dice, no podríamos conocerlo y admitiendo la hipótesis de que pudieramos conocerlo, no podríamos transmitir nuestro conocimiento de él, pues entre los poderes de la palabra, que son muchos, no está el de decir el ser. Como Protágoras, también rompe Gorgias con el dogma de la identidad entre ser y razón, ser y lenguaje. Así, pues, no hay ser, sino sólo apariencias. Tampoco verdad, sino meras opiniones.
 2.- La ética y la virtud. Gorgias niega que pueda definirse la virtud en términos universales, pues la virtud depende de la posición y del rol social que desempeñan las personas en la sociedad, así como de las circunstancias concretas en las que se actúa. Así, la virtud de un hombre es distinta de la de una mujer y ésta, a su vez, es distinta de la de un esclavo y de la de un niño. Así pues, si no se puede hacer una definición universal del bien y de la virtud, tampoco se pueden establecer normas éticas universalmente válidas para todos los hombres, ni para un grupo de ellos, pues en cada ocasión concreta y determinada, cada persona debe determinar qué es bueno y qué es malo, qué es oportuno o inoportuno hacer en cada momento y lugar. Por ello, la virtud no puede ser ni enseñada ni aprendida, es un don que poseen algunas personas, que les permite hacer lo debido en el momento apropiado.
    Hipias de Elis, contemporáneo de Protágoras y celebrado por su saber enciclopédico mantuvo que por naturaleza todos los hombre son iguales, mientras que las leyes positivas del estado creaban diferencias convencionales, artificiales y contrarias a la naturaleza entre los hombres.
    Calicles distinguió también entre leyes naturales y positivas, pero, a diferencia de Hipias, que defendía un naturalismo igualitario, mantuvo una posición naturalista no igualitaria, pues decía que por naturaleza todos los hombres son desiguales en inteligencia, poder, ambición etc., mientras que las leyes positivas del Estado igualan lo desigual, homogeneizando y uniformando a los hombres.
     Trasímaco, interlocutor de Sócrates en el libro I de la República de Platón, mantuvo la teoría de que la justicia no es otra cosa que la voluntad del más fuerte.

    Sócrates( -470- -399)
    Sócrates nació en Atenas, hijo de un escultor y de una comadrona. Su juventud coincidió con el período de máximo esplendor de Atenas. Las guerras médicas habían terminado con la victoria de los griegos sobre los persas, y la Liga de Delos había creado las condiciones económicas y políticas para la hegemonía ateniense sobre la Hélade. Su vejez coincidió con la decadencia de Atenas tras su derrota por Esparta, quien le impuso la Dictadura de los 30 tiranos, que practicó una cruel política terrorista para eliminar a los ciudadanos demócratas. Algunos amigos y discípulos de Sócrates, como Critias y Cármides, aristócratas proespartanos, tomaron parte en la represión de los demócratas durante la efímera dictadura oligárquica. Él, sin embargo, no participó en los crímenes de la dictadura e incluso se opuso a ellos con peligro para su vida. Pero sus "amistades peligrosas", su antipatía declarada hacia la democracia y el sorteo de cargos públicos que ésta practicaba, así como el hecho de ser un ciudadano incómodo por sus críticas a las opiniones y creencias dominantes en su ciudad, le costaron un juicio en el que se le acusó de corromper a la juventud e introducir nuevos dioses, cargos por los que fue condenado a muerte.
    En la “Apología de Sócrates”, Platón relata el juicio por impiedad que se siguió contra Sócrates en el año 399 a de C, acusado por los ciudadanos del partido demócrata Anitos y Melitos  de corromper a la juventud  con  sus enseñanzas de sofista, de filósofo de la naturaleza y de introducir nuevos dioses en la ciudad. Platón cuenta como Sócrates se defendió a sí mismo de las acusaciones que le hacían. Él no es sofista, sino filósofo, porque sólo sabe que no sabe y quiere dejar de ser ignorante. Tampoco es ateo, porque cree en los genios que son hijos de los dioses etc… Pese a la brillante autodefensa socrática, Sócrates fue condenado a muerte por 360 votos a favor de su culpabilidad y 141 a favor de su inocencia.
    En el diálogo “Criton”, Platón presenta a Sócrates ya en prisión esperando que se cumpla la condena y dialogando con sus amigos sobre el deber. Estos  le exhortan a que se escape de la cárcel, diciéndole que los carceleros están sobornados, pero no logran persuadirle porque él cree que su deber es que se cumpla la ley aunque le perjudique.
    En el “Fedón”, Platón relata las últimas horas de vida de Sócrates en prisión antes de tomar la cicuta. Sócrates dialoga con ellos sobre la inmortalidad del alma. Sus últimas palabras, cuando ya su cuerpo estaba paralizado por la cicuta fueron: “Amigos, debemos un gallo a Esculapio”, sacrificio habitual  en Grecia al dios de la medicina en acción de gracias por una curación. Nietzsche interpretará tales palabras de Sócrates como las palabras de un nihilista para quien la vida no vale nada, pues es una larga enfermedad de la que uno se curaría con la muerte.  
    1.- Fuentes: Sócrates no escribió nada. Lo que sabemos de su vida y de su pensamiento se debe a algunos  contemporáneos suyos que escribieron sobre él, como el poeta cómico Aristófanes, quien se burla de él en la comedia  “Las nubes”, Jenofonte, Platón y Aristóteles.
    La fuente principal para conocer a Sócrates fue su discípulo Platón, quien lo convirtió en el protagonista de todos sus diálogos. Este hecho, sin embargo, plantea el grave problema de distinguir el pensamiento de Sócrates del de Platón, pues éste pone en sus diálogos sus propias teorías en boca de Sócrates. Aristóteles, por su parte, dice que las contribuciones principales de Sócrates fueron sus investigaciones sobre la inducción y la definición de los términos universales del lenguaje de la ética.
    2.- El método: la dialéctica negativa. El Sócrates que retrata Platón en sus diálogos juveniles es un gran ironista y un espíritu burlón que utiliza el diálogo como método de crítica racional de las opiniones, prejuicios y creencias dominantes en su Atenas natal, en el supuesto de que a través del diálogo racional puede progresarse en la investigación de la verdad y llegarse a definiciones universales, permanentes y estables de los conceptos de la ética, condición que él creía necesaria para proceder a una regeneración moral y política de Atenas, desmoralizada, según él,  por la crítica relativista de los sofistas..
    La docta ignorancia En sus interacciones dialécticas con sus amigos, vecinos y conciudadanos, Sócrates comenzaba afectando ignorancia. Confesaba a sus amigos que lo único que sabía era que no sabía nada, en eso consiste la "docta ignorancia" que se le atribuye. Su humilde declaración de ignorancia despertaba la vanidad y el orgullo de sus interlocutores que, jactándose de ser discípulos de afamados sofistas, presumían poder definir fácilmente los conceptos sobre los que se discutía. Así, v.g: en el “Menón”, diálogo platónico del segundo periodo, Menon, amigo de Sócrates y discípulo de Gorgias, no duda un momento antes de exponer la definición de la virtud que le pide Sócrates "La virtud de un hombre, le dice, consiste en ser capaz de administrar los asuntos de la ciudad y, haciendo esto, asegurar el bien de sus amigos y el mal de sus enemigos ...la virtud de una mujer, consiste, en administrar la casa..."
    Cuando su contertulio había definido el concepto de que se tratase, entraba en funcionamiento la parte destructiva o negativa de su método dialéctico. Sócrates ponía de manifiesto la insuficiencia, la incoherencia o la incorrección de la definición. Así, en el Menon, Sócrates le dice a éste que no ha definido la forma común, es decir, la esencia que comparten todas las virtudes, sino que se ha limitado a hacer una enumeración de las virtudes del hombre, de la de la mujer, del esclavo etc...a lo que añade que si la mujer y el hombre son altos o sanos por la misma altura y por compartir la misma salud, habrá también una virtud universalmente válida para hombres, mujeres, libres y esclavos que los haga virtuosos.
    La estocada dialéctica socrática acaba con la definición de Menón. Éste, vencido, reconoce la incorrección de su definición y tras varios nuevos ensayos de definición, que son igualmente refutados por Sócrates, se da por derrotado, reconoce su ignorancia, confiesa que se encuentra aturdido y paralizado y compara a Sócrates con el pez torpedo, que paraliza con sus descargas eléctricas a los peces que toca .
    Una vez que Sócrates lograba destruir  mediante la crítica racional las opiniones infundadas de sus amigos y convecinos, y que éstos reconocían su ignorancia, actitud en la que Sócrates veía la condición del inicio de la investigación, comenzaba la fase positiva o constructiva del método dialéctico de Sócrates. Algunos autores le han atribuido a Sócrates el método "mayeútico", que consistía en ayudar, como su madre comadrona hacía con las mujeres, a que los hombres dieran a luz las ideas de las que sus mentes estaban preñadas. Pero el uso de esta metáfora que convierte a Sócrates en "partera" de las ideas de los otros, está muy cerca de presuponer que Sócrates mantuvo la doctrina platónica de la anamnesis, que sostiene que la ciencia es recuerdo, teoría que, a ciencia cierta, es platónica, pero que no se sabe si la sostuvo Sócrates.
     Del aspecto constructivo del método socrático formaba parte  la inducción, que era, según dijo Aristóteles en la Metafísica, el método que usaba Sócrates  para la definición de los conceptos del discurso ético: virtud, valor, justicia. Para llegar a la definición de los conceptos de la ética Sócrates recurría a la inducción, forma de razonamiento que procede por enumeración de casos, remontándose desde  el conocimiento de los casos particulares de virtud, belleza, valor etc... hasta lo universal, es decir, a lo que todos ellos tienen en común, con objeto de expresar esa forma común o esencia en una definición universalmente válida. Sin embargo, los diálogos juveniles de Platón son aporéticos, es decir, en ellos no se llega a una definición del concepto  que se pretende definir, es decir, que en ellos Sócrates no superaba su docta ignorancia, por lo que es preferible ver en Sócrates un filósofo que practica el escepticismo metodológico centrado en la crítica de prejuicios y opiniones no justificados racionalmente ante su conciencia crítica que un dogmático que, como pretende Wilhelm Capelle, creía en la existencia de un bien absoluto y en una moral absoluta que le convertiría en precedente de Kant. .
    3.- La ética socrática: el intelectualismo ético. Sócrates pretendía llegar a definir con precisión qué es el bien, porque estaba persuadido de que conocer el bien en sí era condición necesaria para llegar a realizarlo, tanto a escala individual como social y consideraba que sólo siendo bueno se podría conseguir la felicidad.
     Esta tesis socrática, según la cual la virtud depende del conocimiento se conoce con el nombre de intelectualismo ético.  Sócrates consideraba, sin embargo, que quien sabe lo que es lo bueno para él, no puede hacer lo malo, pues nadie es tan tonto que prefiera ser desgraciado, pudiendo ser feliz.
    La tesis intelectualista que hace depender la virtud del conocimiento tiene como reverso la que mantiene que el vicio depende de la ignorancia. Nadie hace el mal sabiendo que lo está haciendo, pues hacer el mal, haría infeliz a quien lo hace y nadie quiere ser infeliz. Los malos son, en realidad, ignorantes y se les podría mejorar educándoles. El ideal para acabar con la delincuencia sería convertir las cárceles en escuelas.
    El intelectualismo ético  considera que la felicidad es consecuencia de la virtud, pero ésta tiene como condición el conocimiento del bien en sí, pero también de sí mismo. Por eso Sócrates exhortaba a sus conciudadanos a que se conocieran a sí mismos, fiel al precepto délfico:”Conócete a ti mismo”. El autoconocimiento era también un medio para dominar la parte irracional del alma, las pasiones, deseos, que pueden impedir a los hombres hacer lo que está bien y hacerles infelices.
    Sócrates, como después Platón, consideraba que también la areté politiké, la virtud política exigía conocimiento, es decir, que lograr el bien común, la buena vida de todos los ciudadanos de la polis, tenía como condición el conocimiento del bien y de la justicia. Frente a los demócratas que, como Protágoras, consideraban que todos los hombres podían participar en la gestión política de sus propias vidas, parece ser que Sócrates, como su discípulo Platón, era de la opinión de que, sólo los sabios, los técnicos, los expertos en cuestiones políticas, podían y debían gobernar la nave del Estado. Justificaba su postura argumentando que de la misma forma que cuando estamos enfermos nos ponemos en manos del médico y cuando viajamos en barco preferimos que pilote el barco un timonel experto en navegación, también deberíamos poner el gobierno en manos de expertos políticos, en lugar de recurrir al sorteo  o a la elección de los cargos públicos, como hacía la democracia ateniense.
     Sócrates fue un hombre íntegro  y consecuente con sus ideas que vivió como pensó y pensó como vivió. No dudó al enfrentarse a la conciencia colectiva de su Atenas natal apelando para ello a su conciencia moral individual. A lo que ´´el llamaba su “daimon” particular, lo que le convirtió en un ciudadano incómodo para el poder. Su actitud irónica ante la doxa dominante y su invocación a su conciencia moral, cumplió la misma función disolvente que el relativismo protagórico o que la apelación de Antifonte al criterio de placer para juzgar sobre la bondad o maldad de las instituciones y formas de vida. Pero frente a Antifón, que consideraba que el hombre podía sustraerse a las leyes de su ciudad cuando no tenía testigos y abandonarse a las leyes de la naturaleza, Sócrates estimaba sagrada la ley de su polis,  hasta el extremo obedecer la ley que le había condenado a muerte ella, aun sabiendo que su condena era injusta.                                    
    A pesar de no haber escrito nada, la influencia de Sócrates fue muy grande. Influyó decisivamente en Platón y en Aristóteles y en las llamadas escuelas socráticas menores, como la megárica, la cirenaica y la cínica.
    La escuela de Megara, fundada por Eúclides de Megara(450-380 a.C.), quien influido por Parménides y por Sócrates, se ocupó del problema de la predicación. A ella perteneció también Eubúlides de Mileto (384-322), contemporáneo de Aristóteles, que afirmó que la predicación es imposible y que sólo se puede afirmar el juicio de identidad "A es A". Eubúlides fue el creador de argumentos como el del mentiroso, que dice así: Si un hombre que miente lo reconoce, miente, pero dice la verdad, lo cual es contradictorio. Otro megárico fue Estilpón de Megara.
    La escuela cirenaica fue fundada por Aristipo de Cirene(435-350 a.C.). Influido por Protágoras, mantuvo una concepción fenomenista del conocimiento. En ética fue hedonista, prefiriendo el placer corporal, activo y positivo, a la mera ausencia de dolor en que Epicuro de Samos hacía radicar el placer.
    La escuela cínica fue fundada por Antístenes(440-336 a.C.), nacido en Atenas, pero no ciudadano, pues su madre era tracia. De Pródico y de Hipias  heredó Antístenes la antinomia physis/nomos, convirtiéndola en el fundamento de su crítica destructiva del orden social, al que veía como un entramado de convenciones artificiales represoras de la naturaleza humana. Subversivo y transvalorador de los valores, Antístenes consideraba la mala fama (adoxía) como un bien, pues la buena fama depende de la opinión pública, que carece de base racional. Por ello, el sabio ha de ser paradójico y no regirse por las opiniones dominantes. La mala fama, pues, es índice de virtud.
     El bien supremo no es ni la riqueza, ni el poder, ni el placer, como piensa el vulgo, sino la autarkeia, la independencia de ánimo, que se logra mediante la renuncia a lo superfluo. El modelo propuesto por Antístenes fue Hércules, quien sin ciudad, sin casa, apátrida, mendigo errante, buscaba su sustento día a día. Crítico de la teoría de las Ideas de Platón, de la democracia de su época, por el sorteo de cargos públicos, mantuvo que el compromiso político idóneo, consistía en acercarse a la política como al fuego, ni demasiado, para no quemarse, ni demasiado poco, para no helarse de frío. 
  Diógenes de Sínope(440-336 a.C.), radicalizó la actitud vital de provocación, de crítica irreverente y socarrona de las opiniones y costumbres de la gente bienpensante. Sin patria, sin familia, sin propiedades, vagabundo, la leyenda nos lo presenta viviendo en un tonel, Diógenes recogió y amplificó la voz de protesta de los marginados, ofendidos y humillados por el orden político, en un mundo en el que las ciudades griegas habían perdido ya su autonomía como consecuencia de la conquista de la Hélade por Alejandro y en el que los ciudadanos se replegaban desde la vida pública a la vida privada, desarrollando actitudes individualistas y escapistas. Meteco desarraigado de todo vínculo cívico, Diógenes propuso, antes que los estoicos el ideal cosmopolita, nueva forma de ciudadanía basada en el acatamiento de las leyes naturales del cosmos, universales,  inmutables y no sometidas a convención. Escribió una Politeia, tan utópica como la de Platón, que se basaría en las leyes de la naturaleza y que, en consecuencia, sería comunista, estaría basada en el amor libre y suprimiría todas las convenciones como el tabú del incesto, el dinero, la guerra etc.

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